Ya no existe el morbo de la primera vez en irnos juntos a la cama, ya no esta esa sensación de incomodidad o desconfianza que aparecía cada fin de semana, esas discusiones de los primeros meses se han superado y ese miedo a que de un día para otro te dijera un hasta luego se ha esfumado. Le miro, sentada a su lado, y solo puedo pensar en que se merece ser feliz, es una persona demasiado especial, demasiado importante para mí. Conozco su cuerpo de norte a sur, su risa tonta cuando algo le gusta y su increíble don de sacarme una sonrisa cuando más lo necesito, porque uno no se cae y el otro sigue, porque avanzamos los dos, seguimos la misma ruta, el mismo camino que teníamos previsto, pero juntos, es como si hubiéramos ganado por habernos conocido. Antes mencione que se merecía ser feliz, ahora seré un poco mas egoísta.
Quiero poder ser yo quien lo haga feliz, con quien sea feliz, quiero ser esa voz que le diga pese a todo "vamos, que puedes, que podemos". No quiero ser el epitome de la pareja de siempre, ser su mejor amiga y a la vez la persona que comparte su día a día en la cama, sorprenderle, salirme de los esquemas, borrar la rutina, echarle una mano, sacarlo adelante cuanto tengas ganas de nada cueste lo que cueste y nunca hacerle caso si me dice - "estoy bien".
Siempre se puede estar mejor, y si lo hacemos entre los dos la cosa es más fácil.
Vamos, que puedes, que podemos. No te lo tomes a mal pero en realidad no quiero que seas feliz. Quiero hacerte feliz:)